martes, 19 de junio de 2012

perros de agarre


El perro de agarre es un producto de la selección artificial desde la más remota antigüedad. A diferencia de las razas naturales, como los perros de pastoreo, los perros de agarre fueron criados y mantenida su estirpe por el deseo expreso del hombre desde hace más de dos mil años. Los romanos fueron artífices de la difusión de este grupo étnico por el Mediterráneo, transportando para los circos como el de Roma o los españoles de Mérida y Tarraco tanto moloso asirios como los afamados pugnaces britaniae y estableciendo perreras para su crianza. Otro ejemplo es el de Felipe II, que importó lebreles de Irlanda, pues sentía gran afición por la caza. El gusto montero del emperador se inclinaba por la caza de venados con red, modalidad cinegética introducida en España por la Casa de Austria y a cuya descripción Argote de Molina dedicó el capítulo 37 de su ‘Discurso de la Montería’.
Mejorar las castas
Hacer al perro más útil, más eficaz y confiable en su labor montera fue la razón motriz de la selección. Las razones que movieron a la selección canina fueron sistematizadas por primera vez por Charles Cornevin, prestigioso veterinario y zoólogo francés de finales del siglo XIX. De las tres posibles causas que señala, la más importante es la adaptación, que se relaciona directamente con lo útil. La funcionalidad, el trabajo que se espera que realice el perro, condiciona y conforma su anatomía. Y la función del perro de agarre está implícita en su nombre: agarrar, sujetar a la res, ponerla a disposición del montero.
La época dorada del perro de presa en montería coincide con aquélla en que lo rudimentario de las armas obligaba con mayor frecuencia a rematar la res con cuchillo. Los textos clásicos hablan de alanos y lebreles de Irlanda, perros de acoso a la carrera y de firme presa. Y se mantiene el interés por estos perros hasta bien entrado el siglo XIX, siendo Antonio Covarsí el último rendido galán de estos fieros animales, de los que escribió: “Los alanos del país son muy buenos, y si se cruzan con los excelentes mallorquines, se obtienen unos alanos de mediana talla y muy ligeros, que es lo que para el caso se desea, y firmes en el agarre, porque de la ligereza de los alanos depende muchas veces el éxito de una buena ronda”.  El siglo XX y lo que llevamos del XXI han visto cambiar el aprecio por estos perros, llegándose a cuestionar su presencia, especialmente en las monterías más comerciales, donde tantas veces lo que más se valora en la rehala es que dé espectáculo.
Sin embargo, el perro de agarre es importante para las rehalas, tanto ayer como hoy, proporcionando al conjunto de perros mayor protección y confianza frente a las reses, y de un modo muy notorio si se trata de un jabalí parado que raja a todo perro que se le acerque, por lo que contribuye a salvaguardar la vida de los restantes perros y facilita que el montero remate a cuchillo con seguridad.

Su evolución

El tipo más primitivo de moloso de agarre lo encontramos representado en razas modernas como el mastín napolitano o el dogo de Burdeos, animales pesados y de escasa movilidad, cuya función es inmovilizar a una pieza que no puede escapar y tiene fácil alcance. Son perros de jifería, pues matachines y carniceros los emplean para sujetar las reses que van a ser sacrificadas en los macelos. Recordemos que la fiesta de los toros nació a las puertas del matadero de Sevilla, cosa que evoca Miguel de Cervantes en una de sus ‘Novelas Ejemplares’ de larguísimo título: ‘“Novela, y coloquio, que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la puerta del Campo, a quien comúnmente llaman “Los perros de Mahudes”’, y que popularmente conocemos como ‘Coloquio de los perros”. En ella pone en boca de la perra Berganza las siguientes palabras: “Paréceme que la primera vez que vi el sol fue en Sevilla, y en su matadero, que está fuera de la puerta de Carne, por donde imaginara que mis padres debieron ser alanos de aquellos que crían los ministros de aquella confusión a que llaman jiferos”. Éstos son los mismos perros que en sus grabados representó Goya luchando con los toros doscientos años más tarde.
Paralelamente los perros de presa son empleados en la caza por los monteros, siendo preciso que, junto a fortaleza, tuvieran además movilidad y un aceptable olfato, por lo que se les cruzaron lebreles y sabuesos, creando razas como el alano español o el dogo argentino. El ‘Libro de la Montería’, de Alfonso XI de Castilla (1347), está iluminado con la representación de unos perros de presa en disposición de montear, seguramente alanos, guarnecidos con petos de suela de cuero y que llevan anchos collares. Son perros corpulentos, pero no pesados, de apariencia ágil, lo que sin duda facilitaba su trabajo en la sierra.
También en el ‘Tratado de la Montería’, obra del siglo XV de autor desconocido, atribuida a Fernando de Iranzo, hermano del Condestable de Castilla y Adelantado de Jaén, Don Miguel de Lucas Iranzo, que rescató del olvido el Duque de Almazán en 1936, editándola a sus expensas, leemos: los perros “a mi parecer, pueden ser tenidos para montear los medianos de altura y largura y de carnes, porque son más ligeros que es cosa muy conveniente”, y lo justifica porque “el que sea ligero alcanzará presto, antes que haya corrido mucho, y llegará con mejor aliento que si alcanzara lejos y tendrá mejor que, el que por su pesadumbre llega ahogado”.  ¿Cómo era entonces el perro de agarre buscado y apreciado para la montería? ¿Cuál era su arquitectura anatómica, su estructura?

La estructura 

A simple vista destaca en el buen perro de agarre su poderosa estructura ósea. De pecho ancho y profundo, hasta alcanzar los codos, que aparecen paralelos al tronco, con unos aplomos fuertes, de huesos anchos y firmes. Todo en él connota que fue seleccionado para desarrollar fuerza muscular y de presa, sin por ello dejar en segundo lugar la velocidad y resistencia. La forma de la cabeza en estos animales es un claro retrato de la función a la que han venido siendo destinados: cabezas cuboides, voluminosas, con salto nasofrontal muy pronunciado, maxilares hiperdesarrollados, cuello musculoso y espaldas robustísimas, así como los riñones, para sostener a la presa hasta la llegada del montero a rematar.
El tipo más genuino se seleccionó como una estructura arquitectónica representada por una figura geométrica rectangular. La longitud del tronco, medida desde la punta del esternón a la punta de la nalga, supera la altura del perro medida desde la apófisis de la quinta vértebra dorsal, en la cruz, al suelo.
Un perro de tipo molosoide, eumétrico, armónico y rústico, en el que se premiaba por encima de cualquier otra consideración una manifiesta funcionalidad, que se pone

El perro de agarre es un producto de la selección artificial desde la más remota antigüedad. A diferencia de las razas naturales, como los perros de pastoreo, los perros de agarre fueron criados y mantenida su estirpe por el deseo expreso del hombre desde hace más de dos mil años. Los romanos fueron artífices de la difusión de este grupo étnico por el Mediterráneo, transportando para los circos como el de Roma o los españoles de Mérida y Tarraco tanto moloso asirios como los afamados pugnaces britaniae y estableciendo perreras para su crianza. Otro ejemplo es el de Felipe II, que importó lebreles de Irlanda, pues sentía gran afición por la caza. El gusto montero del emperador se inclinaba por la caza de venados con red, modalidad cinegética introducida en España por la Casa de Austria y a cuya descripción Argote de Molina dedicó el capítulo 37 de su ‘Discurso de la Montería’.
Mejorar las castas
Hacer al perro más útil, más eficaz y confiable en su labor montera fue la razón motriz de la selección. Las razones que movieron a la selección canina fueron sistematizadas por primera vez por Charles Cornevin, prestigioso veterinario y zoólogo francés de finales del siglo XIX. De las tres posibles causas que señala, la más importante es la adaptación, que se relaciona directamente con lo útil. La funcionalidad, el trabajo que se espera que realice el perro, condiciona y conforma su anatomía. Y la función del perro de agarre está implícita en su nombre: agarrar, sujetar a la res, ponerla a disposición del montero.
La época dorada del perro de presa en montería coincide con aquélla en que lo rudimentario de las armas obligaba con mayor frecuencia a rematar la res con cuchillo. Los textos clásicos hablan de alanos y lebreles de Irlanda, perros de acoso a la carrera y de firme presa. Y se mantiene el interés por estos perros hasta bien entrado el siglo XIX, siendo Antonio Covarsí el último rendido galán de estos fieros animales, de los que escribió: “Los alanos del país son muy buenos, y si se cruzan con los excelentes mallorquines, se obtienen unos alanos de mediana talla y muy ligeros, que es lo que para el caso se desea, y firmes en el agarre, porque de la ligereza de los alanos depende muchas veces el éxito de una buena ronda”.  El siglo XX y lo que llevamos del XXI han visto cambiar el aprecio por estos perros, llegándose a cuestionar su presencia, especialmente en las monterías más comerciales, donde tantas veces lo que más se valora en la rehala es que dé espectáculo.
Sin embargo, el perro de agarre es importante para las rehalas, tanto ayer como hoy, proporcionando al conjunto de perros mayor protección y confianza frente a las reses, y de un modo muy notorio si se trata de un jabalí parado que raja a todo perro que se le acerque, por lo que contribuye a salvaguardar la vida de los restantes perros y facilita que el montero remate a cuchillo con seguridad.
Su evolucion
El tipo más primitivo de moloso de agarre lo encontramos representado en razas modernas como el mastín napolitano o el dogo de Burdeos, animales pesados y de escasa movilidad, cuya función es inmovilizar a una pieza que no puede escapar y tiene fácil alcance. Son perros de jifería, pues matachines y carniceros los emplean para sujetar las reses que van a ser sacrificadas en los macelos. Recordemos que la fiesta de los toros nació a las puertas del matadero de Sevilla, cosa que evoca Miguel de Cervantes en una de sus ‘Novelas Ejemplares’ de larguísimo título: ‘“Novela, y coloquio, que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la puerta del Campo, a quien comúnmente llaman “Los perros de Mahudes”’, y que popularmente conocemos como ‘Coloquio de los perros”. En ella pone en boca de la perra Berganza las siguientes palabras: “Paréceme que la primera vez que vi el sol fue en Sevilla, y en su matadero, que está fuera de la puerta de Carne, por donde imaginara que mis padres debieron ser alanos de aquellos que crían los ministros de aquella confusión a que llaman jiferos”. Éstos son los mismos perros que en sus grabados representó Goya luchando con los toros doscientos años más tarde.
Paralelamente los perros de presa son empleados en la caza por los monteros, siendo preciso que, junto a fortaleza, tuvieran además movilidad y un aceptable olfato, por lo que se les cruzaron lebreles y sabuesos, creando razas como el alano español o el dogo argentino. El ‘Libro de la Montería’, de Alfonso XI de Castilla (1347), está iluminado con la representación de unos perros de presa en disposición de montear, seguramente alanos, guarnecidos con petos de suela de cuero y que llevan anchos collares. Son perros corpulentos, pero no pesados, de apariencia ágil, lo que sin duda facilitaba su trabajo en la sierra.
También en el ‘Tratado de la Montería’, obra del siglo XV de autor desconocido, atribuida a Fernando de Iranzo, hermano del Condestable de Castilla y Adelantado de Jaén, Don Miguel de Lucas Iranzo, que rescató del olvido el Duque de Almazán en 1936, editándola a sus expensas, leemos: los perros “a mi parecer, pueden ser tenidos para montear los medianos de altura y largura y de carnes, porque son más ligeros que es cosa muy conveniente”, y lo justifica porque “el que sea ligero alcanzará presto, antes que haya corrido mucho, y llegará con mejor aliento que si alcanzara lejos y tendrá mejor que, el que por su pesadumbre llega ahogado”.  ¿Cómo era entonces el perro de agarre buscado y apreciado para la montería? ¿Cuál era su arquitectura anatómica, su estructura?
La estructura
A simple vista destaca en el buen perro de agarre su poderosa estructura ósea. De pecho ancho y profundo, hasta alcanzar los codos, que aparecen paralelos al tronco, con unos aplomos fuertes, de huesos anchos y firmes. Todo en él connota que fue seleccionado para desarrollar fuerza muscular y de presa, sin por ello dejar en segundo lugar la velocidad y resistencia. La forma de la cabeza en estos animales es un claro retrato de la función a la que han venido siendo destinados: cabezas cuboides, voluminosas, con salto nasofrontal muy pronunciado, maxilares hiperdesarrollados, cuello musculoso y espaldas robustísimas, así como los riñones, para sostener a la presa hasta la llegada del montero a rematar.
El tipo más genuino se seleccionó como una estructura arquitectónica representada por una figura geométrica rectangular. La longitud del tronco, medida desde la punta del esternón a la punta de la nalga, supera la altura del perro medida desde la apófisis de la quinta vértebra dorsal, en la cruz, al suelo.
Un perro de tipo molosoide, eumétrico, armónico y rústico, en el que se premiaba por encima de cualquier otra consideración una manifiesta funcionalidad, que se pone de relieve en una buena estructura corredora, gran agilidad y velocidad, gran elasticidad y economía en los movimientos. Al paso es un animal de movimiento cadencioso, que en los sujetos atigrados o rayados refuerza la apariencia felina. El trote debe ser amplio y el galope elástico, con marcada extensión y flexión del tronco.
Nunca hubo una determinación clara, una preferencia hacia uno u otro color del manto. Antiguamente fueron muy apreciados los perros manchados de blanco por una sencilla cuestión óptica, ya que resultaba más fácil localizarlos en el monte y diferenciarlos de la res cuando hacían presa, pero esto no determinó una crianza selectiva de ese color, quedando siempre al albur de las preferencias personales de cada montero. Por ello encontramos perros de muy variada coloración, sin que ello suponga menoscabo alguno. Barcinos, leonados, blancos manchados, negros, mosqueados o tricolores son colores frecuentes en estos perros.
La fuerza y robustez del animal es un detalle que debe apreciarse a primera vista. Los perros de pecho estrecho, codos entrantes, patas delgadas y ligeros de sustancia nunca fueron deseables, eliminándose de la crianza.
Las razasde relieve en una buena estructura corredora, gran agilidad y velocidad, gran elasticidad y economía en los movimientos. Al paso es un animal de movimiento cadencioso, que en los sujetos atigrados o rayados refuerza la apariencia felina. El trote debe ser amplio y el galope elástico, con marcada extensión y flexión del tronco.
Nunca hubo una determinación clara, una preferencia hacia uno u otro color del manto. Antiguamente fueron muy apreciados los perros manchados de blanco por una sencilla cuestión óptica, ya que resultaba más fácil localizarlos en el monte y diferenciarlos de la res cuando hacían presa, pero esto no determinó una crianza selectiva de ese color, quedando siempre al albur de las preferencias personales de cada montero. Por ello encontramos perros de muy variada coloración, sin que ello suponga menoscabo alguno. Barcinos, leonados, blancos manchados, negros, mosqueados o tricolores son colores frecuentes en estos perros.
La fuerza y robustez del animal es un detalle que debe apreciarse a primera vista. Los perros de pecho estrecho, codos entrantes, patas delgadas y ligeros de sustancia nunca fueron deseables, eliminándose de la crianza.

Las razas

Alano español, dogo argentino, presa canario y dogo mallorquín son razas modernas que quedarían comprendidas dentro del tipo de perro montero de agarre clásico. Estas cuatro razas tienen, en mayor o menor medida, tres cualidades importantes para montear: olfato, que les permite venteo por alto; valor para el acoso de la res herida, no amedrentándose si les planta cara; y agarre seguro, que garantice la integridad física del montero que entra a rematar. De las cuatro razas, de forma individualizada, trataremos en los próximos números de la revista.                                                                                            

perros de muestra



RAZAS
1.- Pointer
2.- Setter Inglés
3.- Deutsch Drahthaar
4.- Grifón De Pelo Duro
5.- Epagnuel Bretón
6.- Perdiguero De  Burgos
7.- Braco  Alemán
Altura: alrededor de 59 centímetros en los machos, algo menos en las hembras.
Peso: comprendido entre los 20 y los 30 kilos.
Orejas: de largada media pegadas a la cabeza.
Cola: de longitud media, gruesa en la base, adelgazandose hacia la punta
Pelaje: pelo corto, fino.
Color: limón y blanco, naranja y blanco, rojo oscuro y blanco, y negro y blanco.
Origen: Gran Bretaña
Historia: Curiosamente, existe la creencia de que el verdadero origen de este perro es España, ya que, estos eficaces cazadores son descendientes directos de otro fiel animal, el antiguo braco español, y éste pudo ser introducido en las islas inglesas tras la Guerra de Sucesión Española.
Otra hipótesis apuesta por la creación del Pointer hace dos siglos mediante cruces entre el Braco italiano y razas como el Foxhound, Bullterrier, Lebrel,Terranova, Setter y Bulldog.
Descripción: Larga musculatura y cuerpo fibroso. Esto le proporciona una sorprendente agilidad y resistencia.
Carácter: El pointer debido a su carácter afable, no debe ser utilizado como perro de guarda. Eso sí, reune todas la carácterísticas de un verdadero atleta: inteligencia, trabajo y entusiasmo.
Utilización: En la caza, la muestra del Pointer es ya legendaria. Su olfato, obediencia y labor incansable, le convierten en un perro creado para la caza, principalmente de pluma, como la becada, la perdiz o el faisán. 
Setter inglés
Altura: 65 a 70 cm. en los machos.
Peso: de 27 a 30 kg.
Orejas: pegadas a la cabeza.
Cola: ligeramente curvada.
Pelaje: largo y sedoso.
Color: negro y blanco, limón y blanco, hígado y blanco, y marrón y blanco.
Origen: Gran Bretaña
Historia: Un criador llamado Edward Lawerack debe su fama entre los cinólogos a la creación de este perro. Ocurrió en el 1800 cuando este zapatero, gran aficionado a la caza, perfiló las características del pointer francés y del braco español para obtener este bello y noble can.
Descripción: Entre sus cualidades destaca su finísimo olfato y su viveza. Perro de apariencia elegante, fuerte y poderoso.
Carácter: Dócil y alegre. Extremadamente fiel a su dueño, que debe ser comprensivo con él, ya que se trata de un perro sensible que requiere de afecto.
Utilización: Su muestra, sino tan espectacular como la del Pointer, es en sí bella. En una posición en la que parece que el perro está en disposición de sentarse, consigue mantenerse estático y alerta. Ya que estamos hablando de un perro especialmente resistente, es apto para la caza en cualquier tipo de terreno, preferiblemente bajo las órdenes de una sola persona.

Deutsch Drahthaar
Altura: entre 60 y 67 centímetros en los machos.
Peso: no determinado como estándar.
Orejas: de tamaño mediano y caídas.
Cola: en línea con el dorso.
Pelaje: pelo duro.
Color: tonalidades de marrón.
Origen: Alemania
Historia: Creado a principios del siglo XX, procedente del braco alemáncon sangre de Deutsch-Kurzhaar, Griffon Korthals, Deutsch-Stichelhaar y Pudelpointer.
Descripción: El “pelo de alambre alemán”, siendo esa la traducción literal de su nombre a nuestro idima, ha adquirido muchas de las cualidades de sus progenitores, olfato, fuerza, vivacidad, equilibrio.
Carácter: Sus ejemplares son siempre nobles y afectusos con el hombre, y quizás no tanto con otros perros.
Utilización: Se trata de un perro con carácter, firme y centrado en la caza. Apropiado para todos los terrenos, demostrando sus mejores aptitudes entre densa vegetación.

Grifón de pelo duro
Altura: entre 55 y 60 centímetros.
Peso: aunque no indicado, viene a ser entre 23 y 28 kilos.
Orejas: caídas y de tamaño mediano.
Cola: es amputada aunque no necesariamente en su totalidad.
Pelaje: áspero y duro.
Color: gris y marrón, y marrón.
Origen: Francia
Historia: del trabajo de un seleccionador de perros holandes llamado E. K. Korthals, que obtuvo esta especie del cruce entre otterhound, setter, pointer y spaniel.
Descripción: popular en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, el grifón de pelo duro, es reconocido facilmente por su aspecto descuidado y simpático.
Carácter: independiente y vivaz. Perro cariñoso y juguetón con los niños.  
Utilizacion: es muy eficaz para la caza de codornices y liebres por su fino olfato y energía.

Epagneul bretón
Altura: De 48 a 51 centímetros.
Peso: Entre 14 y 17 kilos.
Orejas: Forma triangular,anchas y tirando a cortas.
Cola: Corta o sin cola.
Pelaje: Fino, liso o ligeramente ondulado sobre el cuerpo.
Color: Pelajes (blanco-naranja), (blanco-negro),(blanco-marrón) con parches de color diferente.
Origen: España o Francia
Historia: Raza que, aunque ampliamente conocida como francesa por aquello de su nombre, no tiene un claro lugar de procedencia. Su antepasado más reciente es el español braco de codornices.
Descripción: Raza fuerte y de líneas elegantes y armoniosas. De tamaño pequeño en relación a otros perros de muestra.
Carácter: Equilibrado,sociable,leal y dedicado a su trabajo, que realiza con alegría.
Utilización: Perro decidido y valioso tanto en caza de pelo como de pluma.
Altura: de 65 a 75 centímetros
Peso: de los 25 a los 30 kilos
Orejas: grandes y caidas.
Cola: amputada parcialmente por motivos funcionales.
Pelaje: corto y fino.
Color: blanco con pequeñas manchas de color hígado, o viceversa.
Origen: España
Historia: Perro español cuya raza está establecida en España desde el siglo XVI. Autóctno de la zona de Burgos y acostumbrado desde entonces a la caza de venados.
Descripción: Fisicamente se trata de un perro huesudo, y de cabeza maciza. Destaca por su papada evidente y por su mirada triste.
Carácter: Perro muy dócil y despierto. De las razas preferidas por los cazadores españoles por la facilidad para su entrenamiento, su olfato y su resistencia.
Utilización: No es, ni mucho menos, un perro que se dedique a un tipo de caza especificamente. Es eficaz en seguirle el rastro tanto a faisanes, liebres o codornices, como a ciervos o gamos.
 
Braco Alemán
Altura: entre 60 y 64 centímetros.
Peso: de 25 a 30 kilos.
Orejas: delgadas y pegadas a la cabeza
Cola: amputada para que los zarzales no le produzcan heridas.
Pelaje: pelo suave y corto.
Color: blanco y marrón y blanco y gris.
Origen: Alemania
Historia: Perro de muestra alemán de pelo corto nacido de cruces programados del antiguo perdiguero español, introducido en Alemania por cazadores flamencos, con pointer inglés y braco italiano.
Descripción: Corre sangre de auténticos maestros de la caza por las venas del braco alemán, y lo demuestra en los momentos del rastreo, muestra y cobro de las piezas, con una energia , velocidad y reflejos admirables.
Carácter: Carácter parecido al del perdiguero de Burgos, decidido, fácilmente adiestrable y afectuoso.
Utilización: El braco aleman es un perro preciso e incansable en la caza, ideal en bosques y terrenos pantanosos para cazar con un único cazador. Es un perro polivalente que puede ser también utilizado para la guarda y la defensa.

Braco Húngaro Vizsla
Altura: de 58 a 64 centímetros de alzada. Las hembras de 54 a 60(tol.2cm.)
Peso: 20 – 25 kg.
Orejas: A media altura, colgadas, redondeadas, forma de V
Cola: Ampuatada. En movimiento recta
Pelaje: Existen dos variedades de esta raza, de pelo largo y de pelo corto, aunque esta última es la más difundida
Color: Amarillo como un panecillo (color oxido), o diversas tonalidades de leonado arena. No se consideran como faltas manchas o puntos blancos pequeños en el pecho o en los pies.
Origen: Hungría
Historia: Fijado definitivamente en sus actuales formas hacia finales del siglo pasado, el Viszla proviene posiblemente de algunas antiguas razas de rastro magiares, aunque hay quienes piensan en un cruzamiento entre el Braco de Weimar y el Pointer.
Descripción: Se trata de un animal robusto, potente y sumamente ágil, que a sus múltiples y excepcionales facultades venatorias añade la proporcionalidad de sus formas, la prestancia de su figura y el magnífico color dorado rojizo de su pelaje.
Carácter: Muy inteligente, de temperamento vivaz, pero de fácil adiestramiento,afable.
Utilización: Es utilizado para la caza de diversos animales y en diferentes terrenos; sin embargo, es especialmente eficaz en aquellos relativamente limpios (poco accidentados) y bastante llanos. Excelente perro de caza, polivalente y muy familiar.
Perros rastreadores dotados de una enorme resistencia física. Persiguen a la presa y la sacan de la maleza empujándola a campo abierto, donde el cazador la espera

Razas de muestra para la codorniz


Con setters ingleses, como este tricolor, y con pointers, allí donde haya una densidad de codornices baja, con ejemplares sueltos y dispersos, obtendremos mejores resultados que con los continentales debido a que recorrerán más terreno apoyados en un olfato casi infalible para localizarlas.

Entre las distintas razas de muestra nos encontramos con las británicas, setters (inglés, irlandés y gordon) y pointer, y las diversas razas continentales, destacando èpagneul bretón, drathaar y bracos (alemán, weimar, italiano, húngaro…). Pero, además, deberemos de tener en cuenta a nuestras razas de muestra autóctonas, perdiguero de Burgos y pachón navarro, seleccionadas a través de los años en nuestros campos para la caza en las condiciones propias de nuestro territorio, y verdaderas especialistas en la caza de las africanas.




perros de madriguera




Los perros que se usan en está modalidad son principalmente Teckels, Jagdterriers y Foxterriers, aunque hay otras razas que pueden realizar perfectamente este trabajo. Nosotros cazamos con Jagdterrier y Teckel, usando un perro u otro según el tipo de refugio a cazar.


El método consiste en localizar las madrigueras, cuevas, tuberías o pajares en los que se refugian las raposas. Una vez conocida la situación del refugio hay que localizar todas las bocas practicables y decidir la táctica a seguir. En primer lugar hay que colocar las escopetas cortando todas las posibles vías de huida. La colocación de las escopetas ha de hacerse en el más absoluto silencio, evitando pisar por encima de las galerías y vigilando para no dar aire a las bocas. Una vez bien cubiertas todas las rutas de huida, se puede soltar al perro, que si la galería esta habitada entrará rápidamente a su interior a buscar la zorra o zorras que pueda haber. Una vez localizadas suele producirse una pequeña pelea que acaba con la salida de la raposa al exterior. El cazador ha de tirar cuando se haya alejado unos metros de la boca a fin de que no se vean desde ella las muertas. Hay que procurar que de ninguna manera un zorro, herido o no, vuelva a entrar en la madriguera, ya que en este caso es muy difícil que vuelva salir y nuestro perro tendrá ante sí una larga pelea de la que puede salir con heridas importantes.








En muchas ocasiones el perro mata al zorro en el interior de la cueva y, a menos que sea un perro acostumbrado a sacar la pieza muerta, se suelen producir largas esperas hasta que se cansan de morder y salen. Muchas veces toca cavar para sacar al perro o volver al día siguiente a por él.

Este tipo de caza se puede practicar durante toda la temporada, pero es muy efectiva a partir de la segunda quincena de diciembre, cuando las hembras empiezan a estar en celo. Entonces podemos encontrar en la misma madriguera o tubería de riego a una hembra y varios machos. En este caso el o los tiradores pueden encontrarse con la sorpresa de que salgan dos o tres al mismo tiempo o con pocos segundos de diferencia, poniendo a prueba su habilidad con la escopeta. Os aseguro que es un lance para recordar.

Si alguno de los zorros queda herido y no puede regresar a la madriguera es bueno dejar que el perro lo remate. También se puede soltar un perro joven en periodo de entrenamiento para que se vaya acostumbrando a las peleas.

Generalmente no es aconsejable soltar más de un perro en una madriguera, ya que pueden estorbarse o llegar a pelearse entre ellos por la excitación de la persecución. Excepcionalmente, en madrigueras muy grandes y con muchas bocas, o en tubos de riego muy anchos, pueden soltarse más perros. También a veces soltamos un perro joven acompañando a uno ya veterano en cuevas o conductos fáciles de cazar para que vaya aprendiendo.

Es muy importante aprender a distinguir si las madrigueras son de zorro o de tejón, pues este último puede causar graves heridas a nuestros perros, que en muy raras ocasiones podrán conseguir que salga de su refugio. Ante la más pequeña duda de si la cueva puede estar habitada por un tejón, es preferible no cazarla o soltar a un perro muy experimentado que no ataque ciegamente a este animal.
Personalmente no me gusta cazar madrigueras de piedra ya que en caso de quedarse el perro dentro es muy difícil o imposible poder sacarlo cavando ni con cualquier otro método.

También se pueden cazar grandes pajares en los que los zorros se encaman en muchas ocasiones para pasar el día. Si el pajar es grande se pueden usar varios perros y pasar un rato muy agradable, ya que en muchas ocasiones el zorro acosado sale para entrar otra vez al refugio a los pocos metros, siendo muy difícil de abatir en los escasos segundos que está visible.
En fin, he procurado presentaros muy brevemente una modalidad de caza que no es muy conocida en nuestros pagos y que puede daros muchas satisfacciones, al mismo tiempo que os ayuda a gestionar las poblaciones de predadores de vuestro coto.



viernes, 15 de junio de 2012

orden de vedas general

https://docs.google.com/open?id=0B9rY4SVrn-gpTzN3V01ld2ppNDQ

tirada de palomas


" Modalidad de caza "Media veda"



La caza durante la media veda (agosto-septiembre) se centra en aves nativas, aquerenciadas a rastrojeras y girasol, en especial en las tres mesetas, Extremadura, Castilla la Mancha y oeste andaluz. 
Predominan en las perchas las aves del año, poco recelosas, y no es raro que se abatan aves adultas que aún tienen nidos activos, de las segundas puestas de medio verano. Antes de decidirse a cazar la torcaz, hay que determinar el terreno y ver dónde beben, comen y que querencias de paso tienen, etc,.
 Los Comederos
Son las zonas donde se alimentan sin que el hombre haya puesto la comida previamente. En la zona sur, llaman comederos a fincas específicamente sembradas para que coman, cosa no fácil ya que hay que saber donde sembrar y donde colocarse para los aguardos. Lo ideal es cambiar de puesto después del primer día de caza, ya que las torcaces, estarán escarmentadas y aborrecen la querencia de inmediato.
Caza en los Bebederos
Prefieren bebederos tapados, o por lo menos rodeados de arbolada. 
Que nadie se equivoque, la torcaz no entra al agua ciega, ni mucho menos. Se paran, observan y avanzan, ante la menor sospecha de presencia humana, esperaran largo rato quietas, levantando y agachando la cabeza para estar prevenidas en caso de tener que huir.
No hay que disparar nunca a las que están en las ramas, es aconsejable dejar que beban tranquilamente y disparar cuando haya entre cinco y seis en el bebedero. Si se castiga mucho la zona de agua, la torcaz no entrará a beber en un periodo de tiempo bastante largo. 

Hay que esconderse muy bien en la vegetación incluso en ocasiones hacerse algún tipo de barraca para pasar desapercibido. Si utilizamos una barraca o zona preparada , nunca se deben preparar el día antes de la cacería, ya que desconfiaran y no entrarán. 
Entran a beber a partir de las diez de la mañana hasta las doce o la una del mediodía.
Al paso
Las torcaces, tienen sus recorridos fijo en función de la climatología y de los lugares de donde provengan. Fuera de época de cría son aves a las que les gusta vivir en bandos. Con esto no quiero decir que vayan todas a la vez a todos sitios, van de pocas en pocas y a veces de una en una o de dos en dos. Cazar la torcaz al paso durante la media veda es la manera por excelencia de abatirlas ya que así no aborrecen ni los comederos y los bebederos.
Con Cimbel
Este método consiste en situar cinco o seis palomas zuritas en el suelo, estas a su vez están sujetas con unas cuerdas a unas anillas que giran. La cuerda se la situaremos justo por debajo de las alas, de esta manera el animal no sufrirá. Si en vez de utilizar zuritas, se utilizaran torcaces, el método sería infalible. 

La caza con palomas ciegas, consiste en tener torcaces más o menos domesticadas, cuanto más mejor ya que cuando se alborotan pierden muchas plumas. Las palomas hay que conservarlas lustrosas, con brillo y sobre todo con todas sus plumas. No hace falta cegarlas ya que en la actualidad se venden unos capuchones de cuero que valen poco dinero ( incluso pueden ser de fabricación propia ). Este método consiste en llevar tres o cuatro palomas en una caja y cuando se ve acercar el bando, se van soltando de una en una a medida que el bando se aproxima. Con el capuchón puesto, no vuelan mucho.
El puesto
Cuando programamos diferentes salidas en la media veda para tirar torcaces al paso, un requisito fundamental es contar con un puesto adecuado, pues improvisar provoca que nos vean, que cortemos el paso con nuestra presencia mal disimulada y que perdamos una jornada tal vez irrepetible.
Los puestos naturales deben construirse con antelación, dejando tiempo suficiente para que los pájaros se acostumbren a verlos y no extrañar su presencia, debiendo emplear la vegetación del entorno, evitando cortar ramas, aunque podamos retocar la pantalla con alguna retama o incluso cañas. También se pueden utilizar las alpacas de paja apiladas en forma de fuerte, colocándolas en los rastrojos más querenciosos.

Cuando las palomas entran a comer al suelo o a las tortas de girasol, el puesto lo situaremos a pie de rastrojo o en las inmediaciones del campo de girasol.